Simon Cowell y Miqui Puig, ‘chulos, despóticos y teatrales’

La revista Rolling Stone (USA) le preguntó:
—¿Qué es lo que más desea en el mundo?
Y Simon Cowell, máximo artífice de Factor X y de Tú si que vales.
—Dinero, todo el dinero que sea capaz de amasar.

No se puede contestar eso. A no ser que seas un hedonista despiadado. Todos deseamos dinero pero la lógica natal nos dice que no lo digamos en público. Claro que Simon Cowell es un fenómeno de masas y es precisamente ese grado el que le permite decir tonterías, barbaridades o absurdeces sin pestañear, ya que todo será considerado como una genialidad.

Simon Cowell es el creador de formatos de gran éxito que se han vendido a un gran número de países, pero si por algo es famoso es por su participación en American Idol, el Factor X americano. Es el juez -como leí una vez- ‘chulo, despótico y teatral’ de este programa televisivo que ha llevado a don nadies como Leona Lewis o Susan Boyle a ser las primeras en las listas de ventas de la música. Cuando alguien está subido tan alto, cuando la sociedad le sube al pedestal del ‘todo vale’, alguien debería recordarle que hubo una época, allá por los inicios de los 90 que este hombre, Simon Cowell, no era más que un productor mediocre que lo único que había vendido era la BSO de los Teletubbies y los Power Ranger.

Sin embargo, en España tenemos otro ejemplo del que es considerado como su homónimo: Miqui Puig. Claro que éste, además de ‘chulo, despótico y teatral’ es un gran compositor y deejay y, aunque antes también lo hiciera, a partir de su participación en nuestro Factor X sus intervenciones en los garitos indies y electrónicos más cool de la capital y de toda España han crecido notablemente. Tiene su punto, no es malo. Y tiene estilo.